Con un amigo periodista y amante de la cháchara, empeñoso micro productor de uvas de Curtiduría en terrenos poco aptos, coleccionamos palabras nuevas que andan en la boca de todos, reflejando cambios de fondo significativos. Y también palabras viejas que suenan de repente como nuevas. De la lista de ejemplos que atesoro:
Protocolo = regla que dispone a los seres humanos a su alrededor como máquinas.
Complejo = sorpresa ante el enredo del mundo.
Incertidumbre = sorpresa ante la espontaneidad del mundo.
Son tres palabrejas que inundan las ondas, relacionadas por un sentido común y una afectividad de trasfondo: que el mundo en general, el futuro y el comportamiento humano, se pueden controlar mediante simples reglas; que nuestra existencia se puede planificar.
Incertidumbre es una palabra vieja, pero se convirtió en un hit al renacer en la disciplina de las finanzas en los años 20 del siglo pasado. Mostró que, en general, el futuro no es predecible calculando probabilidades, no obedece reglas estadísticas. Con ocasión de las inesperadas crisis financieras de este siglo, que dejaron patidifusos a los financistas racionales, se habla de ´incertidumbre radical´ para caracterizar la fundamental espontaneidad del mundo. Es una rara cachada de onda, porque parece obvio que los seres humanos siempre enfrentaron un futuro incierto, de ahí los oráculos, las cartas astrales, la adivinación. Sin embargo, no se daban cuenta de que eso era algo especial, debía parecerles imperceptiblemente obvio. Fue la presunción de que la ciencia permitiría predecir el futuro mediante simples ecuaciones, la que instaló el nuevo sentido común y afectividad, controladores modernos fundados en el conocimiento de las reglas causales que están detrás de todo. Una parada que empezó a fallar con tute en las grandes crisis financieras del siglo anterior y este. La sorpresiva imposibilidad de predecirlas de la ciencia económica enseñada en las mejores universidades trae de regreso la presencia, ahora no obvia, de la olvidada espontaneidad del mundo. La vieja palabra ´incertidumbre´se viste con nuevas luces. Sirve para disculpar nuestra imprudente incompetencia cotidiana, también para exigirle al poder lo imposible: estabilidad, certidumbre. Y también para recordar que no bastan las habilidades de seguir reglas lógicamente, necesitamos capacidades nuevas.

Complejidad es un viejo término reinventado por la física en los años ochenta del siglo pasado. En un evento similar, la promesa de disolver el futuro en el presente con reglas matemáticas simples que captan las leyes naturales, instalada como sentido común moderno, guatea ante un mundo multivariado, con ecuaciones no lineales, que es bautizado como complejo. La complejidad, que caracterizaba a fenómenos agregados que algún día se podrían conocer por completo, el clima, el medioambiente, el tráfico urbano, se instala en el centro de la ciencia básica actual. El mundo no obedece reglas simples cuyo curso es predecible. Perdemos la esperanza en la simplicidad y el control, el sueño de una modernidad ingenua. Decimos con resignación que un problema es complejo, como si eso fuera sorprendente, como si vivir haya sido alguna vez simple y controlable. Podemos usar la complejidad para justificar nuestra habitual chapucería, para culpar al mundo de nuestra incompetencia, y también para cachar que hay que aprender habilidades inéditas.
El término protocolo pertenece al esperanzado e ingenuo sentido común controlador de que la espontaneidad del agente humano puede ser controlada mediante reglas y procedimientos, y garantizar la perfección de nuestro comportamiento a futuro. La confianza en los protocolos corresponde a un talante conformista que apechuga sin arrugarse con el sentido común controlador hecho pedazos. Es que ´falta un protocolo´ es la explicación que parece más obvia cada vez que hay una cagada inesperada – a todos alivia saber que nadie es realmente responsable.
Mi amigo saca consecuencias complicadas. Asegura que, si la política consiste en la producción de reglas – leyes, hay algo de fondo que no cacha. Que se verá enfrentada constantemente a crisis inesperadas. Que el mundo, el ser humano y el futuro la sobrepasan.