En un país como Chile, el título de este nuevo poemario de Eugenio Dávalos (1961), publicado por MAGO Editores (2023), pudiera sonar un lugar común, donde la mayoría de sus quebradas y arroyos lucen vacíos. Y las piedras, sí, las piedras no sólo están ahí a consecuencia de la sabiduría del tiempo, si no de la avaricia de algunos. Pareciera que en estos poemas el río Baker, el río de todos los ríos, fue un gran sueño. Como también el amor de Eugenio Dávalos por la poesía, que lo arrojó al silencio para cubrir ese “turno de noche” de los poetas, e impedir el secuestro del corazón del mundo. Aquí no sólo están los ríos literales de nuestra tierra. El poeta Edmundo Moure da buena cuenta de ello en su prólogo, de lo que en las páginas de este poemario sucede:
“la sequedad del río no es solo ausencia de agua; es su purificación en el espejismo del vidrio; es la postrera representación del agua, piedra llena e inerte donde no podrá mirarse”
Se palpa y se ingresa a este libro, preconizado por un epígrafe de Jorge Luis Borges sobre tiempo y agua. Es un libro agudo, fiero, mordaz, escrito en un lenguaje cuya escritura es abierta a todos los temas y cadencias posibles. Abundante en metáforas. Todos los tiempos y todas las épocas con sus cuerpos y vestigios, tanto de ayer como de hoy, están aquí. Hay en estos veintiséis poemas un sentimiento profundo de que algo hemos perdido en sus setenta y cuatro páginas, que permite reconocernos, asumirnos y buscarnos más allá de la violencia y el desencanto de los tiempos que estamos viviendo. Con maestría nos lo dice la voz del hablante en estos versos:
Cede lo que le queda de tiempo
Enrolla el hilo en un dedo
Un río seco con memoria de montañas.
Para Eugenio Dávalos, escribir es continuar, extenderse más allá de sí, y lo hace con gestos de acusación, denuncia, silencios y vacíos, y una mirada que a ratos nos remece con su vivisección a seres y fenómenos, lugares y territorios donde el desastre es inevitable. No nos deja alternativa; su poesía no imita ni plagia el mundo; lo grita:
Un día me ofreció su más asquerosa tragedia
tuve entre mis manos un corazón infecto latiendo
Un pedazo de nave mortuoria a la deriva
Pero ya es tarde, un día todos moriremos
Recuerdo que la lectura de poesía en nuestra adolescencia nos ofrecía en medio del horror y la censura opciones que nos conducían a la resistencia y la utopía. La lectura de estos poemas, en cambio, nos propone múltiples vías para enfrentar, en la heterogeneidad de sus versos y a ratos en el enredado de su propia polisemia, vacíos y silencios… En «Río seco» pareciera que la vida ha quedado arrinconada en una variedad de formas que nos imposibilita recuperar el sueño y el sentido perdido:
– ¿vámonos de este río?
-y a dónde?
-no sé. Lejos.
habrá algún lugar
-lo que sea, pero distinto a esto
-salgamos del tarro de Beckett, salgamos de la dialéctica de Marx, salgamos de los campos de concentración nazi, salgamos de la fenomenología y sus sombra, salgamos del teatro de Ígitur, salgamos de Ulises de Joyce, salgamos del infierno de Dante…
En el lenguaje natural de un pueblo, la escritura de este libro se desliza de la poesía a la narración. Su autor propone una nueva utopía en la búsqueda de los significados. Sin embargo, el desencanto y la pérdida de sentido empujan al poeta a tomar el lugar de Noé; sube a bordo de «su barco de papel» una recolección de palabras y mensajes que pareciera buscar, conservar y resguardar de la intemperie, el diluvio y la posverdad. Para hacerlos desembarcar en «Río seco».
Te invito a ti lectora, a ti lector, a detenerte en estos sencillos y maravillosos versos que considero el epicentro del libro, sin dejar de lado, por cierto, ninguno de los otros versos que nos ha regalado su autor:
Y salvemos a Miles Davis y Trane y Violeta Parra
Y salvemos a Víctor jara y a Mistral y a cuánto vate quepa en el bote
A todos por igual incluido a Pound
salvemos los cuatro puntos cardinales
Y salvemos las brújulas
Y las cosas que se quedaron en la memoria
Y los silencios y las reflexión y el ácido.
En este poemario su autor escribe más allá de los límites y en el flujo turbulento la tipografía se descompone, perdiendo su vértice. Las palabras helicoidales, abiertas en todas las direcciones, invitan al lector a buscar y encontrar su propia respuesta. El trabajo poético de Dávalos sostiene como estilo volver una y otra vez hacia el mismo punto: la palabra poética. En «Río seco» traza la crónica inconclusa de una especie que lo ha perdido todo, incluso el silencio. Las piedras de «Río seco» también las llevamos dentro.
Agradezco al poeta Eugenio Dávalos Pomareda que me ha permitido referir la poesía de este libro. En estas últimas líneas, como es deber de todo reseñador, me retiro, y te deseo, a ti lector, a ti lectora de «Río seco«, una profunda e iluminadora lectura.
Ficha técnica
Título: Río seco
Año: 2023
Autor: Eugenio Dávalos Pomareda
Tamaño: 14x21cm
Editorial: Mago Editores
Páginas: 74
Eugenio Dávalos Pomareda
Iquique, 1961.
Becario de la Fundación Neruda año 1989. Algunas de sus publicaciones en poesía son: La copa de Neptuno; Naturaleza muerta; El hombre sin misterio; Estación central. Actualmente es director de la revista de poesía y arte Nube cónica. Los poemas de su obra inédita Aporía están publicados en la revista AEREA, Revista Hispanoamericana de poesía. El 2023 fue traducido al estonio y publicado en la revista Looming de Estonia.
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