Así como a Lewis Carroll se le atribuye un “enamoramiento” por la que fuera su Alicia en el país de las maravillas; James Matthew Barrie, autor de las historias del país de Nunca Jamás, es cuestionado por su obsesión con los niños, actitud que va desde su forma física hasta la relación que mantuvo con los hijos de la familia Llewelyn.
Una madre (Margaret Ogilvy), obsesionada con la presencia del hijo que perdió y un padre (David Barrie)distante emocionalmente y que trabajó afanosamente para darle bienestar a sus diez hijos, marcaron la infancia de James Matthew Barrie; el noveno hijo de un matrimonio de clase trabajadora escocesa y que sufría –para esos años- una extraña enfermedad: enanismo psicogénico.
Nació en Escocia en 1860 y su vida cambió cuando, teniendo cinco años, su hermano David –el favorito de mamá- falleció, poco antes de cumplir 14, en un accidente que tuvo mientras patinaba sobre hielo. Margaret, desconsolada, no salió de su dormitorio durante semanas, por lo cual James ( de 5 años) comenzó a vestirse con las ropas de su hermano, a hablar como él y –finalmente- adoptar una personalidad ajena con la finalidad de alegrar a su madre.
El episodio lo narra en la biografía novelada Margaret Ogilvy: By Her Son, que dedicó a su hermana Ann y en donde relata su esfuerzo por sacar a su madre de la profunda depresión en la que se encontraba.
“Mi madre yacía en la cama con la bata de bautizo a su lado, y yo espié muchas veces a la puerta y luego fui a las escaleras, me senté en ellas y sollocé. No sé si fue aquel primer día, o muchos días después, que vino a mí mi hermana, la hija que mi madre más quería; (…) vino a mí con cara muy ansiosa y retorciendo las manos, y me dijo que fuera con mi madre y le dijera que todavía tenía otro niño. Fui muy emocionado, pero la habitación estaba a oscuras, y cuando oí que se cerraba la puerta y no salía ningún sonido de la cama, tuve miedo y me quedé quieto. Supongo que estaba respirando con dificultad, o tal vez estaba llorando, porque después de un rato escuché una voz apática que nunca antes había estado apática que decía: «¿Eres tú?». Creo que el tono me dolió, porque no respondí, y luego la voz. dijo con más ansiedad ‘¿Eres tú?’ Pensé que era el chico muerto con quien estaba hablando, y dije con una vocecita solitaria: «No, no es él, soy sólo yo». Entonces escuché un grito, y mi madre se dio vuelta en la cama, y aunque estaba oscuro, yo Sabía que ella estaba extendiendo sus brazos”.
Siendo un eterno niño, midiendo sólo 1,47, y con la eterna responsabilidad de reemplazar a su hermano; James entró a la Universidad de Edimburgo lo que lo llevó a entablar, posteriormente, amistad con George Bernard Shaw, Arthur Conan Doyle, Thomas Hardy y George Meredith, entre otros. Finalizó su carrera en 1882 y en 1894 ya se había casado con la actriz inglesa Mary Ansell; unión que terminó en divorcio a los cinco años y que, las “malas lenguas”, dicen que nunca se consumó. Su carrera literaria comenzó en 1887, pero recién alcanzó la fama con Peter Pan, obra que partió siendo teatral (1904) y que en 1911 Barrie la hizo novela.
Los Llewelyn
Barrie conoció al matrimonio de Arthur y Sylvia Llewelyn cuando tenía 37 años y fue por pura casualidad. Una tarde, paseando a su perro Porthos por los jardines de Kensington, conoció a Mary Hodgson -niñera de la familia- quien se encontraba con dos de los hijos del matrimonio.
Al poco tiempo ya era el mejor amigo de la pareja y los niños – George (1893-1915), John (1894-1959), Peter (1897-1960), Michael (1900-1921) y Nicholas (1903-1980)- lo adoraban. Sin embargo, la tragedia azotó a los Llewelyn con la muerte de Arthur, acontecimiento que llevó a Barrie a hacerse cargo económicamente de la familia. Y el rol protector de Barrie no terminó pues tres años después murió Sylvia y el escritor decidió adoptar a los cinco hermanos, quienes lo inspiraron para escribir Peter Pan.
Guillermo Cabrera Infante, escritor y guionista cubano, explica que los hermanos “pero sobre todo Peter, fueron su modelo para Peter Pan. Eran, según decía, ‘los niños más lindos del mundo’. No eran suyos, pero eran como si fueran suyos porque los adoptó”.
En la novela, el protagonista –de 13 años, misma edad del hermano de Barrie cuando murió- odia a los adultos y su afán es ser un niño para siempre (rol similar al que el autor tuvo frente a su madre). En el país de Nunca Jamás está prohibido crecer y los lectores pueden preguntarse si ¿acaso “Peter Pan” se deshace de los que dejan la infancia asesinándolos?
“En realidad Peter Pan es una historia llena de talento que señala en la dirección de que muchos traumas infantiles pueden sublimarse a través de la creatividad. Es seguro que Barrie trasplantó a su historia de ficción su propia tragedia personal, su interés por los niños y que se inspiró en los hijos de unos amigos (Llewelin Davis) para escribir su relato, tal y como hizo Lewis Carroll movido por sus sentimientos con Alicia”, explica el Doctor en Psicología Abel Baquero.
A diferencia de la novela, donde los niños son adoptados por la familia de “Wendy”, los Llewelyn tuvieron un trágico final. Ya sea por enfermedad o por la guerra todos murieron relativamente jóvenes, destacando el caso de Peter quien afirmó, antes de suicidarse a los 63 años, que la novela se trata de “una terrible obra maestra”.
Los niños a lo único que piensan que tienen derecho cuando se le acercan a uno de buena fe es a un trato justo. Después que uno haya sido injusto con ellos seguirán queriéndolo, pero después nunca volverán a ser los mismos. Nadie supera la primera injusticia: Nadie salvo Peter.
Actrices, besos y un militar que quiere ser papá
“Peter Pan” apareció por primera vez en El pajarito Blanco, novela publicada en 1902 y que cuenta la historia de un militar que anhela ser padre. En la obra, el niño aún no cumple 10 años y, si bien no es huérfano, es el uniformado quien termina haciéndose cargo de él.
La novela creó gran controversia en su momento, pues hay una escena en donde el militar baña a “Peter” y la narración se aleja completamente de una obra infantil. “Su cuerpo desnudo es descrito a lo largo de cinco páginas con todo detalle. Algunos por aspectos como este han acusado a James Matthew Barrie de pedofilia”, explica Laura Martínez Jimeno, en su texto “El niño que odiaba a las madres”.
Sumado a este “escándalo”, Barrie ya contaba con mala fama entre las actrices. Vanagloriado por llevar todo tipo de obras a las tablas, interactuaba constantemente con mujeres a las que besaba sin el permiso de ellas, mas no se quejaban por tratarse del célebre escritor.
Guillermo Carreras, escribió para El País, un artículo titulado “El hombrecito que se negó a crecer”, en el cual afirma que las actrices “a veces le devolvían el beso, lo que le daba miedo. Por lo menos a los niños podía besarlos sin el temor de que le devolvieran el beso de la manera que lo devolvían las actrices”.
Cuando Peter Pan es analizado con ojos adultos es cuando aflora lo que explica el doctor Baquero, quien plantea que, al igual que Alicia en el país de las maravillas, “no son relatos para niños sino relatos escritos por escritores-niños (y que son adultos con gusto por los niños) para niños. Aquí radica el papel de catarsis y de exorcismo que la escritura (y la lectura) pueden llegar a tener para aquellos que han vivido tragedias como la de Barry”.
Lo que por mucho tiempo fue una teoría en torno a la imagen de Barrie, terminó por comprobarse en 2019, cuando la editorial francesa SP Books publicó sólo mil ejemplares del manuscrito original de Peter Pan (con tachones y anotaciones incluidas), obra que se aleja completamente de la versión final que llegó a la pantalla grande la mano de Disney Pictures.
En este original, Jessica Nelson -encargada de la edición- afirma que “la caracterización de ‘Peter’ (…) es similar a lo que le ocurre al personaje original del Frankenstein de Mary Shelley, donde vemos una criatura más sombría y con menos cualidades humanas. No es extraño que Barrie inundara de oscuridad una historia escrita para niños, porque una de las ideas que trataba de demostrar es que éstos también pueden ser feroces”.
Se trataba de un “Peter Pan” egoísta y casi sin bondad. En este manuscrito el final es casi aterrador, ya que el muchacho le revela a “Wendy” que ha olvidado a “Campanilla”, se lleva a su hija a Nunca Jamás –nombre original del país- y no les permite acompañarlos. “De esta manera, Barrie enfatizó todavía más la distancia entre el mundo de los niños y el de los adultos”, añade Nelson.
“Cuando os despertáis por la mañana las travesuras y las perversas pasiones con que os fuisteis a la cama han quedado recogidas y colocadas en el fondo de vuestra mente y, encima, bien aireados, están extendidos vuestros pensamientos más bonitos”
(Fragmento manuscrito original).