Política mentolada

por Jorge A. Bañales
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Con la calculadora electoral en mano el gobierno del presidente Joe Biden posterga, una vez más, su decisión sobre la veda de los cigarrillos mentolados. No sea cosa que por celo sanitario se enojen votantes que son cruciales.

Fumando, esperamos

La semana pasada el secretario de Salud de Estados Unidos, Xavier Becerra, anunció que el gobierno postergaba, una vez más, su decisión acerca de la veda de los cigarrillos mentolados. Esta decisión se había anunciado primero, allá por agosto o septiembre, luego se postergó hasta diciembre y más tarde la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, por su sigla en inglés), la tenía como definitiva en su agenda de marzo.

Pasó, marzo y se nos ha ido todo abril y lo que hay es el aviso de otra dilación.

 “Esta regla ha atraído atención histórica y el período de comentarios del público ha resultado en un volumen inmenso de reacciones, incluidas las de varios elementos de los derechos civiles y de la justicia criminal”, dijo Becerra en su anuncio de no anuncio. “Es claro que hay más que conversar y que esto llevará un tiempo significativo”.

En la intersección del cálculo político con el beneficio de salud pública, sin una nueva fecha fijada para la decisión lo más probable es que ella quede diferida hasta después de la elección presidencial el 5 de noviembre.

La consideración mayor es quiénes son los que fuman qué y a quiénes estos fumadores probablemente votan. Otro ejemplo de la “política de identidades” a la cual es muy afín el Partido Demócrata y que supone que los individuos actúan de una u otra manera de acuerdo al color de su piel, la textura de su cabello, el género con que han nacido o el que se atribuyen y la generación en que se han criado.

Los números

Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) la proporción de fumadores entre la población de Estados Unidos cayó del 42,4 % en 1965 al 12,5 %, esto es unos 28,3 millones de adictos, en 2020, según los CDC, pero ese dato tiene variaciones raciales y étnicas.

La tasa de fumadores de cigarrillos entre los afroamericanos es del 14,4 %, mientras que entre los hispanos es del 8 % y entre los blancos del 13,3 %, de acuerdo con los CDC

Los datos muestran que más del 70 % de los fumadores negros y del 51 % de los latinos consumen cigarrillos mentolados, en comparación con el 39 % de los adictos blancos.

Hay varios componentes en esta preferencia, como el hecho de que los cigarrillos mentolados son más atractivos para los nuevos fumadores, y es la puerta de entrada a la adicción para los jóvenes, se aplica a toda la población.

Los expertos en salud pública indican que el mentol, un compuesto químico que se encuentra naturalmente en la menta y plantas similares y que también puede producirse en laboratorio, cubre el sabor del tabaco y aumenta el efecto adictivo de la nicotina.

De acuerdo con CDC el mentol puede cambiar la forma en que el cerebro registra las sensaciones de sabor y dolor. En los cigarrillos el mentol crea una sensación de frescura en la garganta y vías respiratorias, hace que el humo se sienta menos amargo y más fácil de inhalar.

En 2021 las ventas de cigarrillos mentolados representaron el 37 % de las ventas de cigarrillos en Estados Unidos, la proporción más alta desde que en 1963 se exigió que las grandes compañías tabacaleras informaran de estos datos al gobierno. En aquel entonces los mentolados eran el 16 % de los cigarrillos vendidos en el país.

Hay un esfuerzo específico de la industria del cigarrillo para la promoción de los mentolados entre negros y latinos, con campañas publicitarias que proyectan la imagen de frescura, juventud, paisaje y bellezas que presentan el fumar mentolados como algo “cool”. De hecho, una de las marcas de cigarrillos mentolados más populares es Kool que, como sus competidoras envuelve su producto en cajas con mucho color verde.

Una investigación de la Universidad Stanford acerca del impacto de la publicidad del tabaco encontró que la promoción de los cigarrillos mentolados se asemeja a la usada a mediados del siglo XX para otros productos cuyo consumo era “de moda”.

Ahora esos avisos, en los cuales abunda el uso del color verde, usan frases como “orgánico”, “natural”, “libre de aditivos”, y “de la plantación a la cajilla”, implicando que esos productos son buenos para el ambiente y la salud.

Los jóvenes, las minorías étnicas y raciales, personas del colectivo LGBTQ+, las mujeres, las personas con ingresos bajos y las que tienen condiciones de salud mental son más propensas que las demás a fumar cigarrillos mentolados. 

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos ha estado sopesando por años una veda de la producción y venta de cigarrillos mentolados, una medida ya vigente en California y Massachusetts, y que evalúan los gobiernos de otros estados.

La salud no es lo primero

Según la Fundación para un Mundo Libre del Tabaquismo la prohibición de los cigarrillos mentolados podría salvar 650.000 vidas hacia 2060 mediante como resultado de una cesación más amplia del tabaquismo.

La lista de entidades que apoyan una prohibición de los cigarrillos mentolados incluye el Consejo de Liderazgo Afroamericano para el Control del Tabaco, Acción por la Salud y contra el Tabaquismo, la Asociación Nacional Médica y la Asociación Médica Estadounidense, más toda una bibliografía sobre los perjuicios para la salud derivados del consumo de cigarrillos.

Cualquiera que sea o haya sido fumador, o que conviva con alguien que fuma, sabe muy bien cuán arduo es librarse de la adicción de modo que no es difícil imaginarse lo que ocurriría si, por un decreto, de pronto se priva de su droga a millones de fumadores.

Entre el cúmulo de beneficios para la salud que mencionan quienes promueven la veda de fabricación de cigarrillos mencionados, escasea la descripción de los servicios de salud mental o clínicas para lidiar con la abstinencia repentina necesarias para la transición.

Los cálculos optimistas sobre el número de pacientes de cáncer de pulmón y muertes por tabaquismo que han ofrecido quienes están a favor de la veda pierden un poco de impacto si se reconoce que muchos fumadores actuales de cigarrillos mentolados simplemente pasarán a fumar cigarrillos no mentolados o se harán adictos a los nuevos “cigarrillos electrónicos” y “vaporizadores”.

Como es lógico las grandes compañías tabacaleras se oponen a la prohibición de los cigarrillos mentolados y hacen contribuciones sustanciales a grupos y activistas que rechazan la veda.

Pero, es 2024, año de elección presidencial y la suerte del presidente Joe Biden en su brega por la reelección demanda que no ahuyente del corralito a los muchos grupos minoritarios que conforman el cóctel de votos demócrata.

En la elección de 2020 Biden recibió el 87 % del voto negro y el 65 % del voto hispano, en comparación con el 12 % de los negros y el 32 % de los hispanos para Trump.

Ya en abril de 2021 la posibilidad de una veda federal de los cigarrillos mentolados causó preocupación en la Unión de Libertades Civiles (ACLU) que le envió una carta a Becerra, en la que argumentaba que la prohibición «impactaría desproporcionadamente a las comunidades de color, con el resultado de la criminalización del mercado y exacerbaría el encarcelamiento«.

Por su parte Al Sharpton, uno de los activistas negros más prominentes del país, se ha pronunciado desde 2021 en contra de la prohibición de los cigarrillos mentolados y, en 2022, envió una carta a Susan Rice, directora entonces de Política Doméstica en la Casa Blanca, señalando que «una veda impondrá riesgos graves, incluido el aumento de la venta de cigarrillos de contrabando«.

Otro activista negro, Charles Steele, presidente de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur, dijo en una entrevista con la cadena Fox News, que “la gente tiene opciones”.

Una prohibición creará criminales”, agregó. “Vas a tener una base económica de criminales. Yo me opongo a quien trate de decirnos qué es lo mejor para la comunidad negra”.

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